lunes, 6 de junio de 2011





Todo hemos jugado al escondite en algún momento de nuestras vidas, pero pocos tenemos conciencia de lo útil que ha sido para nuestro desarrollo integral. 

Este tipo de juegos, además de su objetivo principal que es incentivar la discriminación y la memoria auditiva, también juega un rol importante, como la mayoría de los juegos en el jardín de infancia, en el proceso de socialización de los niños, en el desarrollo de las nociones de lejos y cerca, y -porsupuesto- en la sana diversión de los pequeños. 

Una forma de jugarlo es buscando a los niños que se esconden en diferentes lugares, que es ideal cuando se trata de espacios abiertos, como parques. Pero el más eficaz para su aplicación en el aula es la búsqueda de objetos ocultos.

Para empezar, la maestra elegirá a un niño o niña para que espere fuera del salón por un momento. Si es necesario, puede ser acompañado por la maestra auxiliar. Dentro del salón, los demás niños ayudarán a la maestra a esconder un objeto pequeño (útiles, juguetes, etc.). 

Luego se le pide al niño que esperaba afuera que pase, contándole que se ha perdido el objeto que han escondido y que debe buscarlo. Cada vez que el niño se acerque al objeto, todos dirán '¡caliente, caliente!', aumentando el tono de voz cuanto más cerca esté. Si se aleja del objeto se dirá '¡frío, frío!'. Así, hasta que encuentre el escondite. 

Entonces todos los niños harán vivas al ganador. Otra variante es utilizar aplausos; a medida que se acerque o aleje del objeto, se aplaudirá más rápido o más lento, según sea el caso.

Durante la actividad, el niño irá memorizando inconcientemente por dónde puede y no puede estar el escondite, guiándose por la intensidad de los aplausos o de las palabras. 

Al mismo tiempo, puede ser una herramienta valiosa para detectar problemas auditivos o de concentración en los pequeños.

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