miércoles, 11 de mayo de 2011


OBJETIVO:

Inculcar en los participantes la costumbre de hacer buenas preguntas.


TAMAÑO DE GRUPO:

20 participantes.


TIEMPO REQUERIDO:

10 minutos.


MATERIAL:

Una camisa, cortada y desgarrada en lugares que no se vean cuando se tiene puesto el saco o un chaleco.


LUGAR:

Un salón suficientemente amplio que permita a los participantes estar parados y reflexionando.
DESARROLLO:

I. Narre lo siguiente:
“Tengo problemas para encontrar camisas de vestir de la medida correcta (14 -1/2 X 36). Por ello, siempre que viajo me gusta entrar en los almacenes de ropa para buscar camisas nuevas, casi siempre sin éxito. Hace poco, esta en New York y entré a una tienda. El vencedor fue muy amable. Me dijo “¿En qué puedo servirle? (Me agradó desde el principio.) Luego, me hizo una serie de preguntas bien planteadas (por ejemplo, “¿Qué características exige en una camisa?”). Le dije que eran cuatro: talla correcta, cuellos que no se arruguen al meterlos en una maleta, botones que no se rompan al plancharlos y puños que no se deshilachen. Luego me preguntó: “¿si puedo mostrarle esa clase de camisas, las compraría?” Asentí de inmediato.

Trajo una caja de camisas, todas de 14-1/2 X 36, el tamaño exacto y me intrigó un poco. Desenvolvió una y la sometió a tres pruebas. Primero, retorció el cuello con los puños y lo sacudió: ni una sola arruga. Después tomó un martillo y golpeó uno de los botones contra el mostrador; no se agrietó.

Luego, tomó un trozo de lija y frotó con fuerza uno de los puños; no se deshilachó. Quedé impresionado y compré de inmediato una docena, a pesar de que valían 18 dólares cada una (un total de 216 dólares).”

“En este momento, traiga una de esas camisas.” (Muestre al grupo, de cerca, el cuello, los puños y los botones.) “Ese día aprendí una lección muy importante: la persona que hace las preguntas correctas en el momento oportuno no sólo tendrá el control de la conversación, sino que también aprenderá algo”.

Ahora quítese el saco y el chaleco, mientras retorna en forma normal al frene del salón y deje al descubierto una camisa, a la cual, antes haya cortado en tiras y colgajos en el cuerpo y las mangas, mientras que el cuello, puños y botones están en buenas condiciones.

II. Para finalizar, se les aplicarán las siguientes preguntas para su reflexión:

Habrá logrado un ambiente propicio en su auditorio con el empleo de una historia real y un final de sorpresa.

Se ha puesto al mismo nivel de su auditoria al revelarse que, de vez en cuando, le han tomado el pelo.

Puede recalcar a los asistentes que ese problema no habría surgido en un momento dado si hubiera hecho, en aquel momento, algunas preguntas pertinentes.

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