sábado, 29 de mayo de 2010



Esta actividad se enfoca en encontrar esa libertad que se gana al reconocer con sinceridad quiénes realmente somos delante de Dios, delante de los demás y con nosotros mismos.

Pídele a tres o cuatro estudiantes que pasen al frente. Cuando están adelante, diles que van a probar su vocabulario e impaginación.

Saca un diccionario, busca una palabra extraña, pero que suene a algo (me jor busca estas palabras de antemano).

Entonces, los participantes, uno a la vez deben definir el significado de esa palabra.

Cuando terminan, el público vota por el más creible. El que gana se lleva algún premio (que debes preparar con anticipación).

Si te parece muy difícil que se animen a decir una definición cualquiera en el mismo momento, puedes dejarlos que la escriban en un papel (lo más claro posible) y tu las lees en voz alta a todos y si ellos quieren puede hacer comentarios para convencer a los demás de que su respuesta es la correcta. Inclusive, argumentar con los otros participantes.

¿A dónde llevarlo desde aquí?
Para algunos pudes ser fácil aparentar que sabemos algo que en realidad no tenemos idea. O que somos algo que en realidad nunca fuimos.

Esconder nuestras debilidades o nuestras capacidades no nos hacen mejores, al contrario, nos hacen uno más del montón. Dios nos ha aceptado tal y como somos.

Y no nos pide que las cambiemos por nuestras fuerzas, Él nos promete darnos Su Espíritu Santo quién producirá los frutos adecuados en nuestra vida para que seamos verdaderamente significativos.

No es incorrecto tener amigos, ser atractivos físicamente, o ser inteligentes, pero estas cosas solo tienen una satisfación superficial.

Cristo debe ser quién conduce nuestra vida y quién le da sentido a quienes somos. Y esa satisfacción dura eternamente.

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